Entonces se volvieron a Jerusalén del monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén camino de un sábado. Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, y Juan y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, y Simón Zelotes, y Judas hermano de Jacobo.
Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. Y en aquellos días, Pedro, levantándose en medio de los hermanos, dijo (y era la compañía junta como de ciento y veinte en número (Hechos 1:12-15)
Dos jefes africanos se acercaron un día al doctor Chalmers, un misionero, y le dijeron: “Queremos que nos envíe por favor, maestros y ministros, ¿Cuándo podrán venir?”.
Chalmers les indicó que no tenía a quién enviar, y los jefes se fueron.
Dos años más tarde, el doctor Chalmers decidió ir a visitar la tribu de aquellos jefes. Cuando llegó el domingo por la mañana, se sorprendió al encontrar a toda la tribu de rodillas, en perfecto silencio. Por fin se atrevió a interrumpir a uno de los jefes para preguntarle: ¿qué están haciendo? - Orando - Fue la inesperada respuesta. - Pero no están diciendo nada, todos están callados. - Doctor - respondió el jefe, - No sabemos qué decir; por dos años, todos los domingos en la mañana nos reunimos aquí y pasamos cuatro horas sobre nuestras rodillas, pero no sabemos qué decir.
Aquella inocente tribu de “salvajes” sin darse cuenta había tocado el corazón de Dios con su actitud, durante dos años.
Si fuéramos el doctor Chalmers, después de esta experiencia, estamos seguros de que saldríamos dispuestos a enviar discípulos a esta tribu, e incluso iríamos nosotros mismos, pero no para enseñarles qué decir, sino para que ellos nos enseñen cómo orar.
Definitivamente Dios respondió la oración en silencio de esta tribu, tanto así que no solo les enviaría maestros y ministros, sino que, durante dos años, sin ellos darse cuenta, los formó en silencio y los hizo maestros a ellos mismos; tanto así, que dejaron una lección al mundo entero de que cuando la iglesia se reúne y ora de corazón, así no sepa qué decir, ocurren milagros, y vienen respuestas más allá de lo que esperamos.
-Leonardo y Carolina
Buenos días a todos una enseñanza que nos lleva a vivir en comunión con el Espíritu Santo y depender de él
ResponderEliminarQue linda reflexión Leo y Caro. Definitivamente estar en la presencia de DIOS aún sin saber que decir alimenta nuestro espíritu y fe.
ResponderEliminarAmén. Oración poderosa, aún en el silencio.
ResponderEliminarAmen Dios sabe lo q necesitamos, Y aunq no hablemos, segura estoy de que El hablara por nosotros.
ResponderEliminarUna super enseñanza, aun cuando falten las palabras Dios conoce los deseos y las intesnsiones de nuetro corazon
ResponderEliminarUna super enseñanza, aun cuando falten las palabras Dios conoce los deseos y las intesnsiones de nuetro corazon
ResponderEliminarLa oración tiene poder cuando encuentra un corazón dispuesto
ResponderEliminarEl amor todo lo puede, Dios nos comisiona a grandes cosas , 🙏🏼😍 (mache)
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