Uno de los productos más valiosos que producen las pruebas es la paciencia. Las pruebas son utilizadas para que crezcamos en paciencia.
Las pruebas no producen fe (mas bien prueban la fe), pero cuando las pruebas se reciben con fe, estas producen paciencia, siempre y cuando las dificultades, problemas y adversidades se reciban con fe y se enfrenten con gozo (el tener sumo gozo es la respuesta de la fe en los tiempos de prueba). Pero si se reciben con incredulidad y quejas, las pruebas producen amargura y desaliento.
La palabra paciencia proviene de la palabra griega hupomone. Esta palabra no describe a una espera pasiva cual estoico, que resiste heroicamente y resignadamente, sino el sufrir sin rendirse. No es tanto la cualidad que te ayuda a esperar calladamente en la sala de espera de un médico, sino es la cualidad que te ayuda a terminar el maratón. En el contexto cristiano, implica perseverar con esperanza, con actitud optimista, aguardando el momento propicio en que las cosas están maduras para cosecharse.
La palabra griega hupomone proviene de hupo (bajo) y meno (el estar, soportar, permanecer). En su raíz, significa permanecer bajo. Tiene la imagen de alguien bajo una carga pesada que tiene la resolución de permanecer en esa posición, en lugar de tratar de escapar. La palabra hupomone da la idea de una resistencia perseverante, vale decir, aguantar y mantenerse en la acción de perseverar.
La obra de la paciencia viene lentamente, y se debe permitir que florezca enteramente. De allí la disposición de permanecer en esa posición en que la prueba nos ha colocado, en vez de huir de esa situación desagradable y dolorosa.
El filósofo Filo llamó a hupomone “la reina de las virtudes”. Y es que la paciencia es una virtud que genera madurez en el creyente, tal como lo expresa Santiago 1:4: “Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos (maduros) y cabales, sin que os falte cosa alguna”.
La paciencia es una marca de las personas que son perfectos (maduros) y cabales, sin que os falte cosa alguna.
En este tiempo que de nuevo he sido paciente, por me proceso de fe, he venido desarrollando esta virtud, porque no es fácil, esperar sin hacer nada ... solo hasta ver actuar a nuestro amado Papito Dios, te invito hoy a no desmayar, a continuar batallando, a no rendirte a pesar de la prueba; porque nuestro Señor pelea por ti para librarte, solo espera en sus brazos y deja de luchar en tus propias fuerzas!
Con Cariño!
-Rossemarie Rizzo Martínez
Las pruebas no producen fe (mas bien prueban la fe), pero cuando las pruebas se reciben con fe, estas producen paciencia, siempre y cuando las dificultades, problemas y adversidades se reciban con fe y se enfrenten con gozo (el tener sumo gozo es la respuesta de la fe en los tiempos de prueba). Pero si se reciben con incredulidad y quejas, las pruebas producen amargura y desaliento.
La palabra paciencia proviene de la palabra griega hupomone. Esta palabra no describe a una espera pasiva cual estoico, que resiste heroicamente y resignadamente, sino el sufrir sin rendirse. No es tanto la cualidad que te ayuda a esperar calladamente en la sala de espera de un médico, sino es la cualidad que te ayuda a terminar el maratón. En el contexto cristiano, implica perseverar con esperanza, con actitud optimista, aguardando el momento propicio en que las cosas están maduras para cosecharse.
La palabra griega hupomone proviene de hupo (bajo) y meno (el estar, soportar, permanecer). En su raíz, significa permanecer bajo. Tiene la imagen de alguien bajo una carga pesada que tiene la resolución de permanecer en esa posición, en lugar de tratar de escapar. La palabra hupomone da la idea de una resistencia perseverante, vale decir, aguantar y mantenerse en la acción de perseverar.
La obra de la paciencia viene lentamente, y se debe permitir que florezca enteramente. De allí la disposición de permanecer en esa posición en que la prueba nos ha colocado, en vez de huir de esa situación desagradable y dolorosa.
El filósofo Filo llamó a hupomone “la reina de las virtudes”. Y es que la paciencia es una virtud que genera madurez en el creyente, tal como lo expresa Santiago 1:4: “Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos (maduros) y cabales, sin que os falte cosa alguna”.
La paciencia es una marca de las personas que son perfectos (maduros) y cabales, sin que os falte cosa alguna.
En este tiempo que de nuevo he sido paciente, por me proceso de fe, he venido desarrollando esta virtud, porque no es fácil, esperar sin hacer nada ... solo hasta ver actuar a nuestro amado Papito Dios, te invito hoy a no desmayar, a continuar batallando, a no rendirte a pesar de la prueba; porque nuestro Señor pelea por ti para librarte, solo espera en sus brazos y deja de luchar en tus propias fuerzas!
Con Cariño!
-Rossemarie Rizzo Martínez
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