“Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo” – Hechos 15:21 (RV1960)
Según el diccionario de la Real Academia Española, predicar se refiere a “publicar, hacer patente y claro algo; amonestar o hacer observaciones a alguien para persuadir de algo”. El sentido es bien claro si lo aplicamos a nuestra vida cristiana: hacer públicas, delante de muchos, las buenas nuevas de Dios recibidas a través de Jesucristo y su sacrificio; arraigarse en ello, afirmarnos con pasión en ese mensaje con el fin de que sea algo indeleble en los oídos y el corazón de quienes nos escuchan; transmitirlo de manera clara y sencilla de forma que nadie sea indiferente a lo que le estamos transmitiendo; insistir donde sea necesario ya que como dice la Palabra siempre encontraremos quien tenga cerrados sus oídos para recibir la verdad, incluso ser algo más que firmes con alguien y persuadir con argumentos que debe cambiar su forma de vivir y reconocer el estado en el cual se encuentra. Es algo que debemos hacer en todo momento, en cada oportunidad que se presente, en cualquier circunstancia.
El versículo bajo el título de este mensaje menciona a Moisés quien prácticamente fue quien consignó las leyes que el pueblo de Israel siguió desde su salida de Egipto y peregrinaje por el desierto. El fue de los primeros en predicar el mensaje de Dios y lo hizo durante todo el tiempo que estuvo dirigiendo al pueblo, constantemente llamó al orden, proclamó las ordenanzas del Señor, les mostró a todos tanto las bendiciones como las maldiciones que acarrearía el seguir o no las leyes del Altísimo y Dios siempre le respaldó con maravillas y prodigios. Me parece que Moisés es un ejemplo de perseverancia en la predicación constante, el pueblo se rebeló muchas veces a través de la queja, de la murmuración, del desánimo, pero él se mantuvo insistiendo sin desmayar porque para eso había sido llamado y escogido.
Tal vez tu piensas que compararse con Moisés es algo fuera de contexto, que no tienes un pueblo inmenso que te siga o que con tus oraciones no has logrado que caiga alimento del cielo ni que un mar de dificultades enfrente tuyo, o de los que te siguen, se haya abierto con solo levantar una oración. Pero en realidad te pareces mucho; estuviste ciego a tu realidad, a tu verdadero linaje parte de tu vida, pero descubriste la verdad cuando te encontraste cara a cara con Dios, te llenaste de su Espíritu y empezaste a andar en pequeñas victorias y prodigios día tras día, dudaste algunas veces y sentiste que no serías capaz, fue cuando el Señor te mostró que tenías las capacidades para lograrlo y El mismo te animó, te puso personas a tu alrededor que te sostuvieron y ayudaron; a pesar de las vacilaciones avanzaste y conquistaste terreno en el corazón de quienes te rodeaban y entonces empezaron a llegar las revelaciones del Señor para esos que te seguían. Ahora, en este momento tú te estás dirigiendo a un pueblo, sea grande o pequeño, pero conformado por almas que son muy valiosas para Dios. Estás proclamando las bendiciones que vendrán, estás dirigiendo vidas y esfuerzos hacia el amor de Jesús. Y puedes ir más allá, puedes tocar a muchos más, gente que no conocías y extender el mensaje por muchas generaciones.
En Hechos 15:21 quienes hablan de Moisés son eminentes ciudadanos judíos, entre ellos los apóstoles, gente como Pedro, Pablo, Jacobo, discutiendo sobre el mensaje a ser predicado a los gentiles… y terminan mencionando a Moisés, quien a través de los siglos aún retumbaba con su mensaje en las sinagogas y lugares de culto, en cada casa, en cada familia, porque predicó en todo tiempo y no abandonó. Que tu empeño no se desvanezca, que tu fuego no se extinga, que tu deseo no mengüe. Que también tu marqués personas con tu voz expresando las palabras de Jesús, con tu ejemplo, con tu forma de comportarte, con tu manera de ver el mundo, con tu alabanza. Que tu seas un mensaje que predique sin cesar de la verdad.
-Juan Carlos y Paula Andrea Leal
Excelente mensaje Juan Carlos y Paulita. Tenemos el poder del Espíritu santo para llevar en todo tiempo el mensaje de salvación. Que gran privilegio. No nos cansemos pues de hacer el bien en todo tiempo, porque a su debido tiempo, cosecharemos, si no desmayamos (Galatas 6:9).
ResponderEliminarAsí es!!
ResponderEliminar🙇
Amém. Que Deus nos faça proclamadores de sua promessa que está em Cristo Jesus. Que permitamos que a vontade perfeita de Deus, se realize em cada um de nós.
ResponderEliminarDeus é bom.
Con fe todo es posible para Dios, debemos llevar la palabra y dejarles las enseñanzas a nuestras generaciones, Dios siempre esta presente en nuestras vidas, por mas ciegos que seamos siempre esta obrando en nuestras vidas.
ResponderEliminarTú anuncia el mensaje de Dios en todo momento. Anúncialo, aunque ese momento no parezca ser el mejor. Muéstrale a la gente sus errores, corrígela y anímala; instrúyela con mucha paciencia. Porque llegará el día en que la gente no querrá escuchar la buena enseñanza. Al contrario, querrá oír enseñanzas diferentes y buscará maestros que le digan lo que quiere oír.
ResponderEliminarEl Señor los bendiga como familia y como predicadores, gracias por sus enseñanzas, por su ejemplo, por su amor y consideración, porque son la extensión de la mano del Señor para nuestra familia u se que para los amigos también.
ResponderEliminarCompartir a quienes nos rodean las buenas nuevas, es la tarea que se nos encomendó.
ResponderEliminarDios los bendiga Juanito y Paulis